martes, 7 de abril de 2009

Concierto de Franz Ferdinand + Mando Diao


Siento el retraso pero razones poderosas me han impedido actualizar el blog. Eso, sin embargo, no h supuesto ningún problema para que pudiera asistir al concierto que FF y Mando Diao dieron el pasado viernes en el Palacio de Deportes de Madrid.

A pesar del listón puesto por ACDC el día anterior, los grupos que nos deleitaron el viernes lo hicieron sin complejos y sabiendo cuál era su papel en todo momento. Lo que el jueves se llenó con chupas de cuero, el viernes fue un hervidero de camisetas ceñidas a rayas horizontales y gafas de pasta.

Lo primero a destacar fue la puntualidad británica con la que se llevó el concierto, y eso a pesar de que eran tres los grupos que tocaban. Primero Kissogram que simplemente aceptaron un pabellón vacío que se iba llenando mientras se bebían cervezas y los más madrugadores se iban levantando del suelo de la pista poco a poco. Posteriormente le tocó el turno a Mando Diao, grupo de mucha solvencia que hace dos años llenó la Riviera con un concierto de bandera al que tuve la suerte de asisitir. Con ese precedente las expectativas eran bastante altas.

Y sin embargo el sabor final era agridulce. Por un lado el concierto fue fabuloso, si entendemos como tal el concierto de un grupo que se entregó en el escenario dando una lección de rock en vivo. Un principo eléctrico, intenso, con el público saltando y cantando las canciones a grito pelado. Una parte intermedia que mantuvo la línea pautada anteriormente y un final apoteósico con una versión de "Long before rock n' roll" para recordar. No obstante pensé que habían perdido una oportunidad fantástica de darse a conocer a un grupo mucho más amplio de público con canciones de un repertorio que tuvo muchas canciones de su último álbum, bastante desconocido y que además no se encuentra a la altura de anteriores grabaciones. Dejaron, a mi gusto, muchas canciones geniales por promocionar un disco no muy brillante y se olvidaron de promocionarse a sí mismos, puesto que eran muchos los que apenas habían oído hablar de esta banda sueca.

A las 23.00 estaba programada la entrada de Franz Ferdinand y a las 23.02 estaban ya, guitarra en mano, el cuarteto británico. Decían que The Ramones sólo sabían hacer canciones con tres notas y que no duraran más de 3 minutos (tanto es así que en su Anthology había una pegatina que promocionaba " Más de 20 canciones con 3 notas" o algo por el estilo), pero que a pesar de todo conseguían que en sus conciertos no se parara de bailar ni un minuto. Algo parecido podría decirse de FF. Han cambiado los flequillos por peinados de niños bien y la chupa de cuero por trajes caros, pero subyace la misma idea, hacer bailar desde el primer momento. Con un estilo muy definido, aunque mucho más rico y complejo que The Ramones, hicieron cantar y bailar a las 14.000 personas que llenaban el Palacio de Deportes.

El público cumplió con su rol y se dejó llevar con el ritmo pegadizo de canciones hechas para disfrutar sin plantearse más que el carpe diem que impregna la filosofía musical de Franz Ferdinand. El comienzo fue brillante, quizás demasiado, tocando en los primeros compases canciones como Tha Fallen, Dark of the Matinee o Take Me Out y gastando pronto la artillería más pesada. Eso dio para un bis bastante pobre con dos momentos un poco más brillante, Jacqueline como principio del bis y This Fire que, como viene siendo costumbre en este grupo, finalizó un concierto que duró exáctamente 90 minutos.

Lo único que se echó de menos de este último concierto fue la espontaneidad, puesto que parecía que todo seguía un orden milimétrico del que no se salieron un ápice. Parecía que hasta las pocas cosas que dijeron al público estaban ya pensadas de antemano, las "improvisaciones" estaban demasiado previstas y hasta las pocas salidas de tono en la actuación estaban perfectamente acotadas.

Pero en todo caso consiguieron su objetivo, hacer bailar, cantar y divertirse a 14.000 personas durante el tiempo que estuvieron tocando. Y en el fondo y en la forma es a lo que venían, ¿no?





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